domingo, 7 de agosto de 2011

Un Amor Abstracto

“Qué lugar tan raro” pensaba y miraba el cielo alrededor cuando repentinamente se cruzó ante su vista la mujer más hermosa que había visto jamás. De inefable belleza y cautivadora mirada. Algo en su interior lo había atrapado.
Entre un cielo violeta y verde salpicado de nubes doradas y el frío desierto cegado por un abrasador sol de medianoche se quedó mirando a su inmaculada criatura. Estaba tan absorto por el surrealismo que emanaba de sus poros que casi pega un salto cuando escuchó:
- ¡Hola!
Volvió en sí y la miró nuevamente pero ya no desde ese plano tan fugaz y abstracto. Desde la misma dimensión contestó con un leve:
- Hola
- Estamos solos parece.
Miró alrededor y vio los altos edificios totalmente desolados. Ese desierto convirtió cada granito de arena en una luciérnaga que se posaba sobre la capa oscura estelar y las altas estructuras eran en realidad montañas, montañas que dejaban caer largos ríos de llanto y las lágrimas se perdían en un bosque de abedules, cipreses y nogales, y de ellas se alimentaban para crecer y esparcir sus lamentos con el viento. Ella era parte de ese paisaje.
- No pertenezco a este lugar - Le dijo confundido tratando de comprender aquello.
- No te vayas - Le pidió abrazándolo.
Su voz lo enamoraba, era como el canto de una sirena. Y se alejó nadando muy lentamente, mientras que con un brazo en alto le hacía señas incitándolo a seguirla.
Cegado por su enamoramiento no dudó en seguirla y comenzó a nadar... pero ella era mucho más rápida. No la alcanzó.
“Es una sirena” pensó tristemente.
Caminó hasta sentarse en un viejo abedul y rompió a llorar.
- Estás triste - Dijo nuevamente esa voz angelical.
Levantó su mirada y las lágrimas de sus ojos se intensificaron más pero éstas eran lágrimas de amor, mucho más brillantes, mucho más espesas...
- No entiendo tu belleza - Le explicó.
- No hay que entender nada - Le remarcó mientras con el índice apuntaba hacia las montañas. Estas comenzaron a hervir hasta derretirse y convertirse en un negro, denso y lúgubre pantano.
Todo el lugar se volvió tétrico. Los hermosos cipreses ahora estaban petrificados y quemados sin hojas, el día se hizo noche y la noche se hizo más oscura aún.
Lo único que no encajaba en ese lienzo de pintura al óleo con tonos oscuros y opacos era la bella silueta llena de vida y color de su misteriosa dama.
“No quiero separarme de su lado nunca” pensó furtivamente.
- Entonces no lo hagas - le dijo y sonrió - Me tengo que ir ahora, pero nos volveremos a ver.
- ¡No lo hagas! - Le suplicó.
Y sin oír sus plegarias se dio vuelta y caminó hacia el pantano. Caminaba sobre los grandes nenúfares como si flotara sobre ellos, como si su peso fuera el de una pluma.
Cuando llegó al centro del nauseabundo pantano ella se agachó y de su espalda le salieron pétalos. Uno tras otro hasta convertirse en la más hermosa flor de loto que había contemplado en su vida.

Todo desapareció.
Su corazón latía furiosamente, desesperado, la necesitaba. Toda su vida la necesitaba. No tenía otra razón para ser ni para vivir. No podía permitir que ella se alejara para siempre, no se lo perdonaría nunca. Su único amor puro y verdadero lo esperaba.
“Ahí voy para quedarme a tu lado siempre” pensó y entre el cansancio, sueño y confusión, pero lleno de convencimiento, tomó una botella entera de pastillas para dormir.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Mil

Mil sensaciones, y a la vez una
Una que se desglosa en laberintos
Dice cosas, sin sentido
Mil frases de canciones, y a la vez ninguna.

Imagenes agradables y con impulsos salvajes
Ternura brota por mi piel
No hay palabras
Solo miradas.

Vacio, global
Tan incomunicado
Y mil palabras a la vez
Desbordan de alegria.

Vivir y ser.
Contemplar el cielo
Sonreir
Pequeños detalles acompañados de buena memoria,
que llenan.