jueves, 23 de junio de 2011

Margot


Esta carta fue encontrada en una botella con una etiqueta que rezaba: "Viñas de la Luna de Valencia". Junto con la nota, polvo cósmico y tinta de calamar en una bolsita.


Querido Margot:
Sé que a estas alturas no querrás saber nada de mi, pero necesito vomitarlo en algún lado, de alguna forma. El estuche de la guitarra ahora está vacío y me duele. Otras vinieron y se lo probaron pero a ninguna le queda tan bien como a ti.
Hace largo rato que el plato del microondas no gira, y hace que mi comida se caliente por fuera y quede fría por dentro. Parece que sus ganas de girar se fueron por la puerta tras de ti.
El lavarropas me tiene a mal traer. Meto ropa sucia y después de hacer lo suyo, me devuelve ropa arruinada, inutilizable. Aparte porque ahora ya no me queda bien. Sólo me quedaba bien cuando me vestía para ti, Margot.

Satanás se la pasa durmiendo todo el día, me hace compañía en el pozo que es extrañarte; se queja constantemente y después de alimentarlo hasta el cansancio, acariciarlo y mimarlo, continúa con su llanto y ya no sé lo que quiere. Será que te quiere a ti.
Las hojas de mi libro empezaron a desprenderse. Cuando en las noches logro quedarme dormida después de varias horas de zapping con la mirada fija en el adorno que está sobre el televisor,las hojas se escurren como gotas de miel hacia lo más oscuro de mi dormitorio, y en la mañana no me atrevo a acercarme.
Oh Margot, las cosas serían más fáciles si estuvieras aquí todavía. Pero la noche caería también. Son en esos momentos cuando recuerdo lo mucho que sufrí contigo, cuando veo que también sufro sin ti. Mi cuerpo juega un juego macabro asociado al dolor de la falta, a la falta de dolor y se disocia de mi mente que viaja a las Guayanas a parler un peu de française, de temps en temps. Pero el francés me trae de vuelta a tus labios carnosos y ya no quiero estar allí.
Si tan solo la puerta del congelador no se rompiera todo el tiempo, podría meter allí mi corazón y hacer que se enfríe, que deje de sentir por un tiempo, no tiene por qué ser tan largo, y la escarcha lo recubra con un frío aislador. Es que las cosas se conservan mejor en la heladera.
Ya debería meterme a la cama, está amaneciendo y no cesa de llover, y estas palabras no me llevaron a ningún lugar nuevo. Pero por lo menos llevé estas palabras a un nuevo lugar. Que otros ojos las dejen entrar para morar en su mente.